Al iniciarse una relación de pareja cada uno de los integrantes llegan desde sus propios mundos y traen consigo sus experiencias y vivencias personales que incluyen sus gustos, visiones del mundo, percepciones de la realidad, creencias religiosas, valores y además traen también inscriptos en ellos los mandatos familiares acerca de cómo debería ser esa pareja y cómo debería vincularse entre sí y con los otros.
En los primeros tiempos de la relación todo lo del otro resulta novedoso y resplandece con esplendor en el horizonte de la pareja naciente siendo ocasión y motivo de disfrute y charlas compartidas que constituyen una ventana a ese mundo individual de un otro diferente y deseado. Sin embargo, transcurrido cierto tiempo de relación, las interacciones con ese otro deseado y diferente pueden representar una fuente de conflictos si cada uno se mantiene aferrado con vehemencia a su mundo individual negándose a trasponer el “yo” hacia un “nosotros” que permita el ser dos sin que dejen por esto de ser quienes son cada uno.
Suele creerse que el tiempo por sí solo genera el “nosotros” sin embargo es importante saber que el tiempo por sí mismo solo transcurre y es a través de las acciones que abrimos la posibilidad de edificar ese “nosotros” compartido desde el cual podremos transitar también nuestras individualidades sin que sean vivenciadas por el otro como amenazantes sino como aportes enriquecedores a ese que es “nuestro mundo”.
Muchas son las parejas que no consiguen trasponer los umbrales de sus “yo” conformándose con ser dos “yoes” que en paralelo transitan un vínculo sin destino de “nosotros” perdiéndose del disfrute de lo “nuestro” por temor a soltarse de sus individualidades en el fantasía de quedar diluídos en el otro hasta desaparecer y sin haber descubierto que solo asomándome al otro puedo ser auténticamente yo, con otro.
Lo nuestro se edifica desde lo tuyo y lo mío, por eso desacreditar lo tuyo o descalificar lo mío es negarle posibilidad a lo nuestro. Porque nosotros somos vos y yo, “yo sin dejar de ser yo y vos siendo quien sos” pero con puntos de encuentro que serán nuestros. Y asi, desde ese nosotros construido con lo nuestro es que podremos dar forma a esta nueva unidad que se construye desde cada uno para ser dos.
Ni sólo lo tuyo ni únicamente lo mío, ni solo vos ni solo yo, más vale vos, yo, nosotros y lo nuestro. Nuestra pareja, nuestra identidad de relación, nuestras experiencias y ese “nosotros” que por siempre será nuestro aún cuando ya no hubiera nosotros. El “nosotros” siempre será “nuestro” porque fué construido desde lo tuyo y lo mío, por eso aún cuando dejara de existir un nosotros lo nuestro siempre será perdurablemente nuestro aún cuando cada uno construya nuevos “nosotros” con otros.
En cambio, no habiendo construido un “nosotros” aún cuando permanezcamos juntos, vos recluído en tu “yo” y yo parapetado en mi “mí”, siempre quedará pendiente el puerto de lo “nuestro” para echar anclas sin temor a dejar ser.
Atreverse a lo “nuestro” es una decisión individual que construye un destino de a dos.
Créditos de las fotos: (1) Rido via Shutterstock | (2) Gpointstudio via Shutterstock | Jeffrey Lewis Bennett |
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