Siempre que algo termina hay un final pero también la posibilidad de un nuevo comienzo. Es en esa posibilidad de lo nuevo donde se fundan las denominadas “nuevas familias” antes nombradas también como “familias ensambladas” o “familias reconstituídas”.
Si bien estas denominaciones son las más populares para nombrar a las familias que se conforman luego de un primer matrimonio que ha terminado, he preferido denominarlas “Familias Integradoras” en razón de contar con una trama vincular que incorpora ex cónyuges, hijos de uno u otro o de ambos (además de hijos en común en algunas oportunidades) y familia extensa de cada integrante conformando así una red integradora de afectos que renuevan la apuesta por el amor y la vida compartida.
Estas familias que surgen como esperanza de un destino de felicidad compartida a pesar de los naufragios pasados, deben confiar en el amor y la aceptación como los cimientos sobre los cuales edificarán la nueva familia.
Una “Familia Integradora” siempre habrá de tener presente que esta familia no será una segunda vuelta de la anterior ni se regirá con las mismas reglas que aquella ni responderá a las mismas expectativas. Esta familia es una nueva familia que deberá encontrar sus propias reglas, las cuales tenderán a ser más flexibles por albergar personas que provienen de otras y diversas historias.
Existe un punto clave que estas familias deberían tener siempre en cuenta dada la importancia que tiene como sustento a futuro de un entramado vincular positivo. Estas familias se fundan en un duelo anterior que ha transitado al menos una de las partes y ese duelo seguramente ha dejado sus huellas en los hijos, por lo cual será fundamental la comprensión de los sentimientos de todos y cada uno así como el brindarles el tiempo necesario para que puedan aceptar la nueva situación elegida por su padre o madre y a partir de ahí que elijan formar parte de la nueva trama familiar sin conflictos de lealtades.
No puede esperarse que la integración en estas familias se construya de manera inmediata ni debe exigirse a ninguno más que aquello que en cada momento pueda dar. Las “Familias Integradoras” deben constituirse con una identidad propia y representar para todos una fuente de reparación afectiva donde sea posible sentir y expresar los sentimientos en la seguridad de ser aceptados, recibidos y amados con todo lo que puedan brindar en ese momento y con aquello que no.
El arte que despliegan las “Familias Integradoras” es el de edificar el amor después del amor , dejando como legado a todos sus miembros un mensaje esperanzador de vida y aceptación, que en definitiva es lo que constituye el verdadero amor.
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Créditos de las fotos: On Eyes Photography | Cat Mayer Studio | Robb Davidson |
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Columnista Invitada: Analía Forti. Consultora Psicológica especializada en Pareja y Familia (Marriage Counselor) y trabajo asesorando parejas para que puedan construir relaciones saludables que les permitan ser dos sin dejar de ser uno. Mi objetivo es brindarles orientación para que puedan transitar esta nueva etapa con plenitud. Visitame en “Web”, “Facebook ” y “Twitter”.
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